Casi sin darnos cuenta, los niños y niñas se van haciendo mayores, van creciendo ante nuestros ojos. La mayoría de los padres y madres saben por las etapas que pasa el crecimiento de los niños y niñas, y si no lo saben lo preguntan al pediatra o a otros padres y madres. Es normal que los padres y madres sepan a qué edad se espera que su hijo o hija empiece a hablar, a andar o a que edad le deben salir los dientes.
No pasa lo mismo con el desarrollo sexual de nuestros hijos e hijas. La sexualidad de los niños y niñas también va pasando por una serie de fases, pero por vergüenza, por tabú, por la educación que nos han dado, o por los motivos que sea, no suele ser un tema de conversación, o no se suele preguntar con tanta asiduidad a los diferentes profesionales que pueden conocer el tema.
En alguna ocasión los padres y madres han descubierto algún comportamiento en sus hijos e hijas que les ha preocupado. El objeto de esta entrada es describir brevemente el desarrollo sexual de los niños y niñas en la primera infancia con el fin de que los padres y madres sepan lo que pueden encontrarse en sus hijos e hijas, y comprendan lo que constituye el desarrollo normal de los niños y niñas.
A partir de los dos años, los niños y niñas adquieren una serie de capacidades cognitivas (de pensamiento) que les permiten ir entendiendo mejor el mundo que les rodea. En ese momento quieren saberlo todo, su curiosidad no tiene límites, todo lo quieren saber, todo lo quieren preguntar. El desarrollo de su cuerpo y las relaciones de pareja son también, como cualquier otro tema, objeto de su curiosidad.
Los primeras conductas que podemos relacionar con el desarrollo sexual de los niños y niñas surgen en torno a los dos años, en esta época es habitual que tanto los niños y niñas como las niñas se muestren muy encariñados con alguno de sus progenitores. Puede parecer que el niño está enamorado de su madre y la niña de su padre. Es lo que se conoce como “complejo de Edipo” o “complejo de Electra” respectivamente. Se muestra en conductas tales como fantasear en casarse con alguno de los progenitores “cuando sea mayor me casaré con papa” en presumir delante de ellos, en querer meterse en la cama con ellos, o conductas similares.
Lo que está pasando no es otra cosa que el niño y la niña está empezando a comprender las relaciones. En esta época el niño y la niña se da cuenta de que entre papa y mama existe algo, que son algo... en un principio el niño y la niña no encuentra su posición en el triángulo padre, madre, hijo, y puede sentir celos de uno de sus progenitores.
Los padres y madres deben comprender que esta actitud de los niños y niñas es normal, desaparecerá con el tiempo de forma natural. Es importante que los padres y madres hagan ver al niño o la niña que el o ella no sobra en el triángulo, que ellos son pareja y se quieren y que él o ella es el hijo o la hija y que igualmente le quieren.
En esa misma época, alrededor de los dos años, los niños y niñas muestran una gran curiosidad por su propio cuerpo. Les gusta mirarse y compararse con el cuerpo de los demás. El primer paso para conocerse a si mismos y desarrollar un auto-concepto (imagen que cada uno tenemos de nosotros mismos) y una autoestima (valoración que tenemos de nosotros mismos) adecuados, es conocerse. Por esta razón los niños y niñas se exploran y se “tocan”. Llega un momento en que descubren que tocar ciertos puntos de su cuerpo les produce placer, y como les gusta, es normal que repitan.
Por este motivo es habitual que los niños y niñas entre los dos y tres años se toquen. Los padres y madres deben comprender que es normal en el desarrollo de un niño o niña, y en ningún caso deben castigarle o prohibirle que lo hagan. Si la conducta persiste o se hace muy repetitiva, se puede hablar con el niño o la niña y decirle que está bien que se toque, que no hay nada malo, pero que es mejor que lo haga donde nadie le ve, porque hay cosas que se hacen en privado, por ejemplo cambiarse de ropa. De esta forma cuando el niño o la niña se toca se le puede decir que lo vaya a hacer a su habitación.
Cuando el niño o la niña es un poco más mayor, entre tres y cinco años, descubre que su cuerpo es diferente al de los demás. Siente una gran curiosidad por explorar el cuerpo del sexo opuesto, ya que se da cuenta de que no es igual que el suyo. Es habitual en este momento que los niños y niñas jueguen a desnudarse, o a tocarse. Estas conductas están motivadas por el deseo de comprender, de saber, por su curiosidad ante el mundo. No hay que olvidar que los niños y niñas no tienen los tabúes que con el tiempo la sociedad les irá imponiendo, es por ello que ven la cosa más natural del mundo que si quieren ver como es el cuerpo de una niña le pidan que se lo enseñe y lo miren juntos.
Ante estas conductas no se debe castigar a los niños y niñas, es una conducta normal. Los niños y niñas tienen curiosidad y los padres y madres debemos responder a sus preguntas y crear un clima cálido que permita la comunicación, que facilite que el niño y la niña pueda preguntar aquello que quiere saber, y que encuentre respuestas en el padre y la madre.
Estas conductas, se mezclan además con la fascinación que el mundo de los adultos produce en los niños y niñas. A los niños y niñas les encanta imitar a los mayores, juegan a ser maestros a imitar el trabajo que ven hacer a sus padres y madres, les gusta imitarlo todo, ya que es la imitación, la forma que tienen de hacer suyo el mundo de los mayores. Mientras juegan exploran, asimilan y comprenden el mundo de los adultos. Imitan todo tipo de conductas, los oficios, imitan lo que ven, imitan a papa cocinando, a mama conduciendo. Los niños y niñas ven que hay adultos que son novios, que se besan, eso les llama la atención y lo imitan, como cualquier otra conducta que ven. En ocasiones van más allá y cuando juegan a descubrir sus cuerpos juegan a ponerse encima uno de otro. Probablemente los han visto en algún sitio y juegan a imitarlo, por lo que no hay que darle más importancia. Es una parte más del desarrollo normal de los niños y niñas.
En resumen, entre los dos y los cinco o seis años, se dan en los niños y niñas una serie de conductas, que son muy normales y aparecen como una parte mas del desarrollo social, sexual y afectivo de los niños y niñas.
Los padres y madres deben ver en este comportamiento una conducta normal, jamás castigarles o reñirles por que exploren e intenten comprender el mundo.
Lo más importante es entender que nuestro hijos e hijas están aprendiendo y comprendiendo el mundo que les rodea. Tienen muchas preguntas y muchas inquietudes. Los padres y madres deben estar allí para responder a todas su dudas, y los hijos e hijas deben sentirse cómodos preguntando a sus padres y madres, y deben responder a sus dudas.
A los seis o siete años estas conductas desaparecen, parece que a los niños y niñas no les interesa la sexualidad ni las relaciones personales. En los albores de la adolescencia vuelven a presentarse las dudas, las preguntas. Vuelven a necesitar saber y comprender muchas cosas que están pasando en sus cuerpos. Es importante que en ese momento los adolescentes se sientan cómodos preguntando a sus padres y madres aquellas dudas que tienen. Es mejor que pregunten en casa o en el colegio, donde se les va a dar buena información, a que se enteren en la calle. Los adolescentes tienen curiosidad y van a preguntar y enterarse en un sitio u otro.
Si durante la infancia hemos creado en casa un clima de comunicación fluida, en que los niños y niñas se han sentido escuchados, se ha respondido a sus dudas es más fácil que en estos momentos pregunten a sus padres y madres. Si queremos que nuestros hijos e hijas nos pregunten en la adolescencia hay que empezar a contestarles en la primera infancia. Y hay que contestarles la verdad, hay que darles la información que necesitan, no vale decir eso ya lo sabrás cuando seas mayor. Hay que responder cuando surge la pregunta, porque es en ese momento cuando el niño o la niña tiene necesidad de saber.
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