miércoles, 14 de octubre de 2015

¿RECONOCEMOS NUESTRAS EMOCIONES?

      

¡¡¡Hola holaaaa!!!  hoy vamos a trabajar a nivel personal para rebuscar en nuestro interior. 
¡¡¡Vamos a ver qué tenemos dentro!!!


Todo aprendizaje requiere de una praxis y de una reflexión, por lo tanto antes de querer actuar con nuestros alumnos y alumnas debemos haber hecho una cura interna de emociones para identificar las nuestras y saber cómo nos sentimos en cada momento. Esto no es algo que se puede hacer de un día para otro por lo tanto debemos trabajar con nosotras mismas y adquirir esta praxis como un hábito. Generalmente no estamos acostumbrados a hacerlo, por varias razones:
  • Es algo que aprendimos desde la infancia, ya sea porque nuestros padres y madres lo hacían o porque le quitaban importancia a nuestras emociones con comentarios como:
-"No llores, eso no puede dolerte tanto, eso no es nada, ya está”
-“No debes  enfadarte por esa tontería, no tiene importancia”
-“No tienes porque estar triste, no es más que un juguete que se ha roto, ya no sirve"
-" Solo era un pez, compraremos otro"

  • Podemos creer, equivocadamente, que si "no sentimos", o que si nos mantenemos muy ocupados, el dolor va a desaparecer.
  • Pensamos que no deberíamos sentirnos así, porque no está de acuerdo con la imagen que tenemos de nosotros mismos o con la que queremos dar.

Pero  ¡ATENCIÓN! existen ciertas señales, que pueden indicarnos que algo está afectando en el aula, como por  ejemplo encontrar a niños o niñas que:
  • Estén aburridos constantemente
  • Humillen a la gente, con "bromas" que les molestan.
  • Ver que la gente les evita.
  •  Encontrarle defectos a casi todas las cosas o personas.
  •  Estén deprimidos, desganados, sin energía o apáticos con frecuencia.
  • Tener molestias físicas, problemas para dormir, etc., sin que sean resultado de alguna enfermedad o medicina que estén tomando.
  • Dedicar demasiado tiempo a alguna actividad como: demasiadas horas extraescolares, comer demasiado o muy poco, no tener tiempo libre con la familia, tener demasiadas cosas materiales , ser agresivo /a en ocasiones     con otras personas...



Esto nos indica que hay alguna situación y/o emoción a la que  los niños y niñas no son capaces de afrontar; les está sucediendo algo y pueden pensar que si no demuestran lo que sienten deja de existir el problema y nadie se va a dar cuenta, pero es completamente lo contrario, si esta  emoción no se trabaja toma más fuerza y anula a la persona que la padece. Las emociones son, en esencia impulsos que nos llevan a actuar, programas de reacción automática con los que nos ha dotado la evolución y que nos permiten afrontar situaciones verdaderamente difíciles.

Como docentes que vamos a tener en nuestras manos a muchos niños y niñas debemos reconocer bien nuestras emociones para poder trabajar con nuestro alumnado de forma óptima y eficaz. De todos es sabido que a la mayoría de los adultos les cuesta mucho escucharse y reconocer las emociones que sienten, otros las niegan como para protegerse a sí mismos o a los de su alrededor y una minoría se deja llevar por sus sentimientos pero lo más probable es que no seamos conscientes de todo aquello que nuestras emociones son capaces de determinar en nuestra vida presente y futura.  En nuestra infancia nadie nos dijo como manejarlas, como entenderlas o canalizarlas, nadie nos dio alternativas, al contrario era mejor no demostrar nada, sobre todo los niños y hombres a los que se ridiculizaba si mostraban lo que sentían. Aún en la actualidad se siguen escuchando algunos comentarios hacia los niños que lloran que son de poco agrado y que hacen que los niños se retraigan o reaccionen con agresividad.

A continuación os insertamos un vídeo que aunque la calidad de la grabación no es demasiado buena podemos sacar buenas conclusiones de él.





Ser conscientes de nuestras emociones y responsabilizarnos de ellas es fundamental para nuestro bienestar mental. Nuestra labor está en trabajar en nosotros mismos para ayudar a poner nombre a lo que sienten los niños, que lo puedan expresar, que se sientan entendidos y darles alternativas de acción para canalizar su posible malestar o la euforia, la alegría, la tristeza o la rabia...


“Nos enseñaron desde niños cómo se forma un cuerpo, sus órganos, sus huesos, sus funciones, sus sitios, pero nunca supimos de qué estaba hecha el alma”
-Mario Benedetti-



A CADA EDAD SU EMOCIÓN

Las emociones están presentes en el ser humano desde que nace, y todas ellas son necesarias y adaptativas, no obstante, las emociones que va a sentir la madre durante el embarazo van a influir en cierta manera en el desarrollo de su futuro hijo o hija.

Greenspan y Thorndike (1997) investigaron las posibles etapas del desarrollo emocional, desmostrando que en los primeros meses de vida el niño o la niña son capaces de reconocer emociones tanto positivas como negativas. 

Incluso al poco tiempo de nacer los niños y niñas son capaces de reconocer las emociones de los que les rodean, aunque no se sabe a ciencia cierta si lo hacen por pura imitación. Después del nacimiento, los bebés muestran signos de interés, angustia y disgusto; y en los meses siguientes, estas emociones se diferencian en alegría, tristeza, furia, sorpresa, timidez y miedo: 

  • Llanto: primero comunicación, para llamar la atención.
  • La sonrisa: desde el nacimiento muestran expresiones faciales.
  • La alegría, cólera (ira), sorpresa y tristeza: aparecen entre el segundo y cuarto mes.
  • El miedo: entre el quinto mes.

Un niño o una niña de 8 meses es capaz de diferenciar las emociones de sus progenitores, aunque por limitaciones en el lenguaje,  no consiga expresarlas. Entre los 2 y los 3 años se produce un logro importante en el desarrollo emocional de los niños y niñas: comenzando a experimentar emociones complejas relacionadas con el descubrimiento de sí mismo como personas únicas (emociones auto-conscientes) y vinculadas a la relación con los demás (emociones socio-morales).

Hay emociones que aparecen con más fuerza a unas edades que en otras. Así por ejemplo: el miedo a los desconocidos aparece entre los nueve meses y los dos años; la frustración entre los dos y tres años; el miedo a la oscuridad en torno a los cinco años; la envidia hacia los siete años cuando comienzan a compararse con sus compañeros. La vergüenza y el sentimiento de soledad aparecen en la adolescencia.

El mayor dominio del lenguaje que tienen los niños y niñas de entre 3 y 4 años de edad influye enormemente en el desarrollo emocional. Los niños y niñas son capaces de expresar sentimientos a través del lenguaje. El simple hecho de nombrar cada uno de los sentimientos, ayuda a conocerlos mucho mejor. Por lo que el lenguaje será el instrumento con el cual el niño o la niña comprenderá la realidad, comunicará sus experiencias y expresará sentimientos y emociones. Desarrollando en consecuencia la conciencia emocional.

Comprensión y control de las emociones
Además, en cuanto al control de las emociones, hacia los 3-4 años de edad los niños y niñas son capaces de ocultar sus emociones en determinadas situaciones. A partir de los 5-6 años, los niños y niñas comprenden realmente la diferencia entre una emoción real y una emoción expresada. Así, pueden ya ocultar deliberadamente determinados sentimientos. Este es un primer paso del control emocional, que se sofisticará con el paso del tiempo.

Por Jon Berastegi:
A partir de los cuatro años utilizan un léxico emocional mediante términos como: tristeza, miedo, enfado La regulación emocional, será una de las competencias emocionales más importantes de esta etapa, y para ello utilizará el juego simbólico, el cual aporta nuevas formas de expresión del afecto. Es una fuente de descarga emocional, ya que pueden adoptar un estado emocional diferente al suyo.



Por último en esta edad las Habilidades socio-emocionales formarán parte importante en el desarrollo emocional del niño.
Cerca de los 6 años los niños pasan del egocentrismo a desarrollar la relación con los iguales. A medida que aumenta el mundo social del niño, aumenta la intensidad y complejidad de las emociones.
La empatía expresión de las propias emociones, favorece la resolución de conflictos, las conductas prosociales, la tolerancia, el respeto, la solidaridad,…
Los amigos serán las personas que les tra
te bien y le proporcionen seguridad.
Pero, para tener buenos amigos es necesario conocer a los demás, comunicarse y ser capaz de expresar sentimientos positivos. (Al principio será costoso).





En definitiva, en los primeros años de vida el aprendizaje de las emociones, será básico en el desarrollo de la personalidad del niño. 

¿Qué opináis?






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